Sr. Director:

Aunque pensaba que los deberes se habían eliminado ya por completo, compruebo con sorpresa que los niños de hoy en día tienen tantos deberes o más que hace veinte o treinta años. De hecho, hay meses donde tienen varias salidas de la escuela para “conocer el medio” y luego al llegar a casa deben invertir horas haciendo deberes. En mi opinión, sería más efectivo que hicieran los ejercicios en la escuela y el conocimiento del mundo exterior con la familia. Es más, yo abogo por que los niños no tengan deberes de ningún tipo, que aprendan y practiquen en la propia escuela, y que el tiempo restante lo dediquen a disfrutar de su familia, sus amigos y sus actividades favoritas. Lo más sorprendente es descubrir que en otros países más avanzados la carga de trabajo es muy inferior, y no por ello salen peor preparados. Los niños, entre deberes y actividades extraescolares, no tienen tiempo de jugar, y la infancia se convierte en un penoso preludio de lo que será su edad adulta. Yo preferiría que jugasen más, hicieran menos deberes y acudieran a las actividades extraescolares estrictamente necesarias, y sólo a las que se sientan atraídos de verdad. La infancia es una edad preciosa, y nuestra responsabilidad como adultos es que ellos la vivan como lo que son: como niños.