Sr. Director:

No es justo despedir el 2020 sin un clamor de unánime reconocimiento popular a nuestro Gobierno progresista, por sus enormes éxitos en la gestión de la pandemia, aunque apenas inéditos por la discreción y modestia del presidente, pero también, por la negacionista, sinuosa y malsana actitud de fachas conspiranoicos poniendo siempre trabas a su acertadísima política. ¿Cómo hemos olvidado ya el prudente inicio de las actuaciones del Gobierno cuando apareció el virus, aconsejando no asistir a las manifestaciones feministas del 8-M, y sobre el obligado uso de las mascarillas? ¿O el continuo acercamiento de presidente y ministros a las residencias de ancianos, hospitales y hasta funerales? ¿Cómo pasar por alto el minucioso recuento de los fallecidos, los sabios asesoramientos de las «expertitudes» de Carmen Calvo y sus firmes criterios de actuación guiados por el gran filósofo de la sanidad y Ministro (mascar)Illa? Pero lo más injusto es que, tras los denodados esfuerzos de nuestro Gobierno por pagarnos y traernos una vacuna, haya un tercio de españoles que se nieguen por ahora a ponérsela. ¿Acaso tienen motivo para desconfiar de algo? ¿No les basta con haber visto los telediarios mostrándonos a los ancianos felicísimos vacunándose en vivo y en directo, sin que les salieran espumarajos por la boca? ¡Cuánto ingrato facha conspiranoico!