Sr. Director: Los hombres no viven de la política. Viven de su trabajo, de la tierra, de los bienes con los que comercia, de la artesanía, etc., etc. Ninguna transformación política ha cambiado nunca, ni sus necesidades, ni sus ilusiones, ni sus aficiones científicas, artísticas, deportivas, etc. Cada uno se desenvuelve en su ámbito familiar, social, y de trabajo, al que adaptan sus vidas, que, para que sean efectivas, precisan, como no, de un ambiente de paz y de seguridad. Para conseguirlas, necesita a los políticos. Personas honradas, bien formadas, cultas, y con un currículo que garantice su eficacia. Que estén en condiciones de tomar las decisiones éticas y morales que exijan las situaciones siempre cambiantes del devenir humano, con intención de alcanzar el mayor bien común, posible. En definitiva, políticos, (ni de izquierdas, ni de derechas, ni de centros, que solo aportan enfrentamientos), es decir, personas con buena voluntad y con buen espíritu. Nada más, y nada menos. Antonio de Pedro