Sr. Director: Ante el desagradable aumento de asesinatos por parte de los yihadistas islamistas o como los queramos denominar, quizás convendría endurecer nuestras reacciones y respuestas más clásicas. Por ejemplo, lo de las velitas de colores y peluches que se colocan en los lugares donde se han cometido los crímenes, aunque bien sabemos el pavor que todo ello infunde en el ánimo de los criminales, quizás deberíamos ser más contundentes y cambiar los peluches de rostro amable por otros con gestos hoscos e incluso amenazantes. Es fuerte, lo sé, pero por algún lado debemos comenzar. Y aunque también resulta de incuestionable eficacia lo de poner el Imagine de John Lennon, tras cada asesinato, y conocidos son los innumerables terroristas que han desistido de sus crímenes nada más oírlo, es hora de añadir otros instrumentos musicales de mayor aceptación popular, como es la flauta debidamente acompañada de aullidos caninos. El efecto puede ser más demoledor que en Hamelín. Por otro lado, quizás sea ya tiempo de suprimir esas masivas manifestaciones y concentraciones de musulmanes, con sus imanes al frente, condenando y rechazando estos atentados de sus hermanos más radicales, que nos tienen medio paralizado el país. Lo fundamental es que mantengamos la moderación y mesura en nuestras respuestas, sin caer en provocaciones apocalípticas de xenófobos que reclaman medidas tan inhumanas como el cierre de las mezquitas donde se compruebe que se difunde el mensaje del odio. Al contrario, abramos otras nuevas y más grandes, como se plantea la sagaz alcaldesa de Barcelona en remedio contra la islamofobia. Respiremos tranquilos, nuestros cuellos están en buenas manos. Miguel Ángel Loma