Sr. Director:

Ya se conoce a Sánchez como al “presidente de la muerte”. Y es que lo primero que ha hecho nada más llegar al poder ha sido centrarse en sacar la ley de la eutanasia adelante. Eso, además de querer desenterrar a un muerto que no hacía daño a nadie en su tumba; pero esa es otra historia.

Hoy he leído un artículo en “Religión en libertad” que me gustaría compartir con usted, pues enumera nada más y nada menos que los ocho peligros de legalizar la eutanasia y que citan, analizando los casos de los países donde ya es legal, información muy útil ahora para el caso español. Dichos apartados vienen a ser los siguientes:

1. Los controles no previenen el abuso de las leyes de eutanasia
2. Normalizar que los doctores maten, no curen
3. Pone en peligro los cuidados paliativos
4. Un mensaje confuso sobre el suicidio
5. Personas que morirán por un diagnóstico o pronóstico equivocado
6. La eutanasia y el suicidio asistido no garantizan una muerte digna
7. Abuso de los ancianos
8. La eutanasia da a los médicos un poder sin precedentes

Pero, aún con esas, habrá quien se obceque en negar lo innegable para afirmar que la eutanasia es un derecho. Comienza así el gobierno mortal de Sánchez.