Sr. Director:
Los "maquillajes", ante la corrupción institucionalizada que existe en México, señalan los obispos del país, no sirven de nada.

Es perverso que los partidos políticos se alíen en defensa de sus intereses corporativos para acabar escondiendo a sus corruptos. Los crímenes de Ayotzinapa son solo el vértice de una pirámide que poco a poco va desmoronándose y que necesita ser apuntalada para evitar la quiebra del país.

Guardar silencio ante la corrupción y simular que no pasa nada ya ha demostrado su inutilidad. México está a tiempo y la Iglesia en México debe asumir un papel profético.

Alberto Carrillo