Sr. Director:

Se supone que los políticos deberían seguir las preocupaciones del pueblo, buscar lo mejor para él y legislar con este fin (no te rías, amable lector). Pero también existen los medios de información que deberían ser el reflejo de la generalidad y sacar a la luz las inquietudes de ella. Pero, desgraciadamente, no es así, y no me refiero solamente a los medios radicales entregados a un sector político determinado, sino a todos.

En el debate público se habla mucho de economía, de aceptación o no de las relaciones con la UE o con otros organismos internacionales, de la integridad nacional por las amenazas de unos golpistas y hasta de si tenemos que seguir resucitando a Franco, personaje olvidado hace muchas décadas, pero que a algunos les sulibella el sacarle todos los días a pasear y creen que puede darles rentabilidad política.

Pero hay unos temas tabúes que no quiere tocar nadie; me refiero a los que tratan asuntos sobre los valores morales o éticos subjetivos: son intocables y los medios, ignoro la razón, no hablan de ellos, siendo la principal preocupación en la gente de la calle. El asesinato de niños no nacidos, se excluye del debate político y de la información, siendo el primero y principal de los derechos humanos. Ahora se intentará promover el asesinato de ancianos, por las razones que se les ocurra a los que nos lo quieren implantar, pero se prohibirá también hablar de ello a los medios. Ni que decir que la ideología de género a imponer a nuestros niños, el mayor de los abusos de los radicales de izquierda, no podremos ni opinar por el riesgo de señalamiento y castigo. Hasta la misma Iglesia católica no se pronuncia con la contundencia debida en estos graves temas. ¡Qué poderosos, fanáticos e inteligentes son estos lobbys, especialmente el LGTBI!