Sr. Director: 

En la reunión anual de los empresarios catalanes celebrada en Sitges, a la que asistió el Presidente de la Generalitat, Quim Torra, ocurría algo inusual, dada la calculada prudencia habitual del empresariado catalán. Se escenificaba el divorcio que existe entre la clase política y la sociedad real que vive en Cataluña. Mientras el presidente del Círculo de Empresarios, con tono serio, alertaba sobre la pérdida de poder económico en Cataluña, Quim Torra insistía en que los empresarios deben implicarse en el proceso de autodeterminación, ante el expolio fiscal al que, según él, somete el Estado español a Cataluña.