Sr. Director: Durante los días de Semana Santa he hablado con gente con la que no lo hago habitualmente, en casi todos los casos he llegado a la conclusión de que esperamos que los problemas nos los solucionen los poderes públicos con dinero público. No hay forma de hacer comprender que las prestaciones públicas nos cuestan un riñón y parte del otro, que de algún lado se habrán de obtener. Y ese lado ni puede ser el endeudamiento permanente ni las ayudas de terceros, sino los sudores fiscales de los contribuyentes, siempre que estos resulten propicios para que puedan seguir produciendo y se recaude más, que es para lo que en todos sitios sirve la rebaja impositiva, además de la lucha complementaria contra el fraude tributario. Junto con estas evidentes medidas, no obstante, debiera también existir un consenso acerca de las dimensiones del aparato público que pueda soportar cualquier nación, a partir de los datos objetivos sobre sus fuentes de riqueza y su estructura socioeconómica en el contexto internacional. Los colectivos verdaderamente vulnerables han de seguir siendo la prioridad, pero acaso deba reflexionarse acerca del régimen prestacional gratuito que se extienda a toda la restante población, algo que es, inequívocamente, insostenible incluso para las naciones más prósperas del planeta. José Morales