Sr. Director: Allons les enfants!! Estos fueron los lemas de la modernidad. Lemas por cierto muy cristianos. La libertad de los hijos de Dios que está en tener a Dios como Señor. Igualdad, radical, porque todos somos hijos de Dios y fraternidad, porque somos hermanos. Pero ensalzar ese lema lleva consigo tres contrapartidas: libertad y responsabilidad, ser capaces de asumir nuestros compromisos aunque cuesten. Pechar con las propias responsabilidades. Casarse de por vida, aceptar a Dios, nos vaya bien o mal. Ejercitar la paciencia y la misericordia, reciedumbre, lealtad, honradez. Igualdad supone Variedad. Iguales ante la ley, pero muy diferentes para no caer en ideologías de igualitarismo. No es dar a todos lo mismo, que sí, sino a cada uno lo suyo, lo suyo. Respetar el esfuerzo, el mérito, el trabajo. En el matrimonio hombre y mujer son iguales, muy diferentes y complementarios. Diversidad para respetar opiniones y opciones que van contracorriente. Y finalmente no puede haber fraternidad, sino somos hijos de un mismo Padre, Dios. Hoy en día la figura del padre está deteriorada y difícilmente amaremos al Padre, sino hay padres que amen a sus hijos. E hijos que amen a sus padres naturales. No somos cosas, productos, sin personas. Qué error empezar a debatir sobre maternidad subrogada. Tenemos derecho a saber quién es nuestro padre y nuestra madre. Es el necesario contrapeso a los ideales, y entonces sí que haremos la mejor de las revoluciones de la humanidad. Domingo M.