Sr. Director: Hay que ver la que se ha montado con las proclamas que aparecían en el autobús de la organización Hazte oír que han puesto de manifiesto, entre otras cosas, que en nuestro país y en EE.UU. donde también ha circulado, la tolerancia y el respeto a las opiniones de los demás,  se dice pero no se practica. En todo este asunto, ha sido magnificado el alcance de los rótulos que portaban en los costados de autobús. Uno era consecuencia del otro: si es cierto que  a los escolares se les está manipulando con  planteamientos de determinada ideología de diseño, que introduce cuestiones poco científicas, discutibles y poco adecuada en edades escolares, surge el slogan reivindicativo, "no se está respetando el derecho de los padres a la educación de sus hijos y a que en la escuela respete este derecho". Las reacciones sólo al slogan "que no te engañen…", tanto, de muchos medios de comunicación, de nuestra clase política y otras instancias ha sido poner  el grito en el cielo, y por otros reaccionar  violentamente. Se han tirado a la "piscina sin considerar que agua había". Desconozco que se haya dado el más mínimo paso para averiguar si en los colegios se estaban inculcando los derechos constitucionales de las familias, como presumiblemente se presupone por  la segunda frase: los padres tiene derecho a la educación de sus hijos. Hubiera sido un acto de equidad, pues  los niños también tienen su derecho y sensibilidad y no deben ser instrumentos para inculcar ninguna ideología. Y para evitarlo están los padres con el apoyo de los poderes públicos. La forma en que se han desarrollado los acontecimientos y sobre todo las reacciones que han magnificado lo denunciado: "que no te engañen los niños…" ocultando lo que se reivindica: el derecho de los padres a la educación… hace pensar que  lo que  se pretendía era que pasara desapercibido. Esta situación pone en evidencia cierta "complicidad", con las ideologías en boga, de los gobiernos de muchos países occidentales, donde el pensamiento único predomina sobre los derechos individuales y familiares. Dentro de esta situación me sorprendió el resultado de una encuesta realizada por un periódico nacional, defensor de determinado colectivo, que preguntaba si consideraba los slogan como libertad de expresión o no. Ganaba lo primero por goleada. Más tarde como consecuencia de un artículo publicado, sobre este tema, en el mismo periódico, se inició un foro de opinión y aunque sólo leí algunas opiniones, una gran mayoría ponía de manifiesto, la intolerancia y manipulación, que se estaba produciendo con las posturas "oficiales" de la clase política y de grupos de presión. Fernando Villar