Sr. Director:

Para Mario Vargas Llosa lo más llamativo de la polémica creada por la ley Celáa, ley de Educación que prevé que el español deje de ser lengua vehicular de la enseñanza en España, es el apoyo del Gobierno a una campaña creada por unas minorías nacionalistas capaces de condicionar la política general educativa. Un precio demasiado alto por su apoyo para que el Gobierno se mantenga. No se trata de que el futuro del español esté en peligro, dado que es una lengua en expasión en todo el mundo.

 El problema radica en la pretensión de los nacionalistas de priorizar las lenguas propias como vehículo ideológico generador de una cultura autóctona, no pocas veces fruto de la invención, en detrimento del idioma y la cultura de todos los españoles. Marginar el español en algunas partes de España significa limitar el futuro de generaciones a las que les han robado un patrimonio común que también les pertenece.