Sr. Director: El contraste entre las dos orillas del Mediterráneo, la norte, lugar de descanso para los turistas europeos y la orilla sur donde mueren personas que huyen, plantea a Europa preguntas incómodas. A la mayor emergencia humanitaria en décadas en nuestras fronteras, la Unión Europea está respondiendo, en el mejor de los casos, con pasividad y una vergonzosa cicatería. Frontex, la Agencia Europea de Vigilancia en Fronteras, ha anunciado que tendrá que recurrir a los servicios de empresas privadas, debido a que los Veintiocho no han facilitado siquiera el 20% de los medios humanos y técnicos solicitados. Uno de los países más reacios a prestar ayuda es el Reino Unido, que se ha visto sorprendido por la crisis de Calais, donde las muertes de varios jóvenes que trataban de llagar a Gran Bretaña por el túnel que atraviesa el Canal de la Mancha no ha disuadido a otros muchos de seguir intentándolo. En términos cuantitativos, se trata de una situación perfectamente manejable, pero en el plano político, el episodio ha suscitado una reacción histérica, mostrando el peor rostro de una Europa egoísta e insensible a lo que sucede más allá de sus fronteras. Juan García