Sr. Director: El Papa habla muy a menudo sobre los extremos de la vida, los niños y los ancianos, que se tocan en su fragilidad y por lo tanto, también en la necesidad de ser protegidos sin fisuras. Las formas de violencia que muchos niños sufren en el mundo son hoy muy variadas. Niños de la guerra, niños esclavos del trabajo, niños víctimas de abusos, o niños víctimas del aborto, a los que no se les permite siquiera nacer. La voz del Papa sigue siendo un aldabonazo en muchas conciencias, de manera especial para los cristianos, que tenemos el deber particular de ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos, para así poder dar verdaderos frutos en una sociedad que no puede permanecer indiferente, especialmente cuando son los más débiles los que sufren la violencia. Lluis Esquena