Sr. Director:

La idolatría está considerada como la plaga de la posmodernidad. A diferencia de los ateos, nadie confiesa en público que es idólatra (en algunos casos por no ser conscientes de ello).

Una forma de idolatría inconsciente muy extendida actualmente es la de los padres hacia sus hijos pequeños. Eva Millet la describe en su libro “Hiperpaternidad”. Son padres que ven al hijo como una extensión de sí mismos, al que hay que darle todo lo que desee. Pienso que lo más preocupante es que, en muchas ocasiones, incluso se anticipen a sus deseos. Eso explica por qué algunos hijos no aprecian los regalos paternos: porque no tuvieron un tiempo para esperarlos. Para J. Marías, la espera genera ilusión, que es un ingrediente necesario de la felicidad.

Los hiperpadres llevan la preocupación por la crianza de sus hijos hasta la exageración. Algunos están obsesionados con la estimulación precoz y les ponen profesores particulares innecesarios. Otros les inscriben en un mínimo de seis actividades extraecolares. El resultado es hijos hiperdependientes, miedosos e inseguros, que son incapaces de afrontar hasta la más pequeña frustración.