Sr. Director: No deja de ser sorprendente y curioso cómo la ideología de género ha conseguido en pocos años imponerse en las leyes y en la mentalidad de mucha gente que la apoya en la actualidad, aunque los inicios se remontan a la segunda mitad del pasado siglo XX. El proceso mental que ha seguido es el siguiente: -Yo puedo elegir el sexo y el género que me dé la gana. -Tú tienes que respetar mi elección, no puedes discriminarme. -Yo puedo elegir la orientación sexual que quiera, libremente. -Tú tienes que respetar mi elección, no puedes discriminarme. -Yo afirmo que mi elección de sexo, género y orientación sexual son derechos humanos. -Tú tienes que aceptarlo y reconocerlo en las leyes humanas positivas. -Mis elecciones son lógicas y razonables porque soy completamente libre de decidir lo que quiero ser desde el punto de vista sexual. -Tú tienes que obrar en consecuencia y respetar mis decisiones completamente. -Yo te obligo por ley, a que no puedas contradecirme ni demostrar que estoy equivocado, que no tengo razón. Si lo haces te perseguiré, te humillaré, te multaré, te destruiré como ciudadano. -Tú tienes que acatar mis leyes y colaborar o estar callado. -Aquí mando yo y todos los Tribunales que me apoyan. Pero de verdad, ¿esas elecciones sexuales son derechos humanos respetables? ¿No son verdaderamente caprichos o arbitrariedades propias de la voluntad de algunas personas que nunca pueden ser considerados derechos, porque jamás hasta hoy los caprichos humanos, los deseos no reprimidos e injustificados, las decisiones arbitrarias, se han considerado y reconocido como derechos en la Historia de la humanidad? No obstante, por increíble que parezca lo han logrado, lo han impuesto en este principio del siglo XXI y todo el mundo lo tiene que respetar, acatar, sin posibilidad de recurrir o disentir. ¿Están locos o esquizofrénicos tantos políticos que han promovido esos falsos derechos al cambio de sexo, a la libertad de orientación sexual, al matrimonio homosexual, a la diversidad de género, etc. tantos juristas que los han aceptado, tantos médicos que están callados, tantos periodistas que los han asumido, tantos padres que están acobardados, tantos ciudadanos temerosos que no se atreven a hablar y razonar con sentido común, ante el imperio del sentimiento y la sinrazón? En el mundo occidental, demasiadas personas han aceptado esa mentira del género como principio sustentador de la personalidad sexual humana, como algo verdadero y digno de respeto, cuando realmente es una falacia inventada por los ideólogos de LGBT, para someter y manipular a la sociedad a su antojo, llegando incluso, a través de las leyes, a que no se les pueda contradecir, en uso de la libertad de opinión y expresión propias de la democracia, bajo pena de multa, exclusión e incluso cárcel, y a tratar también de infundirla en los niños, que carecen de razón suficiente y defensas psicológicas por su desconocimiento del mundo al que acaban de llegar Han utilizado la mentira para engañar y convencer a los ignorantes, y el miedo para amedrentar y dominar a los cultos y sabios en cada profesión lo cual les ha dado un gran resultado desde que la Asociación de Psiquiatras de Norteamérica aprobó en la reunión de un pleno celebrado en Nueva York en el año 1973 que la homosexualidad no es una enfermedad mental. Esto les dio el espaldarazo que necesitaban los homosexuales para crecer y extender su batalla ante la opinión pública, porque si no es una enfermedad, entonces tiene que ser un derecho. Desde esos años, han ido ganando terreno en todo el mundo, consiguiendo subvenciones y apoyos económicos importantes, se han aliado con las feministas radicales, con los abortistas con los marxistas y sobre todo, están apoyados todos por los grandes financieros partidarios del aborto para detener el aumento de población en el mundo, hasta imponer sus ideas y sus tesis en la ONU, en la UE, en la OMS y en los Tribunales de Derechos Humanos. Me parece oportuno citar aquí un breve poema escrito por un profesor universitario de Kazajistán, llamado Abai Kunanbai que escribió sobre cómo el ser humano no debe dejarse llevar de sus sentimientos y pasiones, sino de la razón: Si el corazón ya no aspira a nada más, ¿quién puede descubrir su pensamiento? Si la razón se abandona al deseo, pierde toda su profundidad ¿Puede un pueblo digno de este nombre, arreglárselas sin razón? Hay que decirlo de nuevo: el homosexualismo, el lesbianismo y el género, así como el aborto, no son derechos, son en realidad caprichos, decisiones arbitrarias, equivocadas, que están utilizando los marxistas para imponer un nuevo tipo de sociedad apartada de la naturaleza, de Dios y del sentido común racional. Quiero pensar que no, que esta pesadilla acabará más pronto que tarde. Que alguien le dirá al Emperador que está desnudo, que muchos darán un paso al frente y se opondrán con todas sus fuerzas ante tamaño disparate. Yo lo expreso aquí con toda claridad de la que soy capaz. Roberto Grao