Sr. Director: Los fieles cristianos reciben con libertad y actitud religiosa los posibles juicios morales de la Jerarquía eclesiástica en materias sociales, "cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas", según la expresión recordada por Gaudium et Spes 76, 5. Pero ni siquiera en esos casos se condiciona o limita la libertad cultural, económica o política de los fieles. Lo resumió, me parece que vale la pena recordarlo, con su habitual claridad el papa Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate, 9: la jerarquía no tiene "soluciones técnicas que ofrecer y no pretende 'de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados' (cita de Populorum Progressio, de Pablo VI). No obstante, tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación. (...) La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad (cf. Jn 8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humano integral. (...) Su doctrina social es una dimensión singular de este anuncio: está al servicio de la verdad que libera. Abierta a la verdad, de cualquier saber que provenga, la doctrina social de la Iglesia la acoge, recompone en unidad los fragmentos en que a menudo la encuentra, y se hace su portadora en la vida concreta siempre nueva de la sociedad de los hombres y los pueblos". J. M.