Sr. Director: La realidad es que Rusia no es una potencia emergente, sino en decadencia. Pero el Kremlin utiliza su todavía poderoso ejército y sus servicios secretos para mantener una ilusión de poder, a menudo para legitimarse internamente. La estabilidad rusa es buena para Europa, que mucho más que una Rusia fuerte debería temer una Rusia inestable. Moscú, como contraparte, tiene que comprender que su fortaleza no puede depender de un liderazgo carismático, sino que necesita instituciones modernas y eficientes. De forma análoga, para ser respetado internacionalmente, el Kremlin debe renunciar al matonismo y empezar a comportarse como un país responsable que respeta las reglas de juego. José Morales