Sr. Director:  

En realidad lo único que une a las dos formaciones italianas que han formado Gobierno es su antieuropeismo. El pacto ha sido posible porque en Italia, más de la mitad de los votos fue a estas dos formaciones que, de un modo u otro, prometían la salida del euro.

Ahora hablan de revisar los pactos fundamentales de la Unión. Rompen con la mejor tradición italiana, debilitan el eje de los socios del sur y desestabilizan la única opción que, con todas sus limitaciones, ofrece una respuesta al reto del nacionalismo y de la globalización. 

Lo ocurrido en Italia es un buen aviso para navegantes, aunque algunos de los nuevos ministros de nuestro país dan cierta confianza. La cultura democrática de un país no es un paisaje que crezca de manera salvaje. Después de la implosión de la democracia cristiana y de los partidos de izquierda, nacidos tras la II Guerra Mundial, las nuevas formaciones políticas no han estado a la altura de las circunstancias. El desprestigio de las instituciones, la falsa sensación de alarma provocada por los movimientos migratorios y el resentimiento regionalista han amasado este, a mi entender, desastre.