Sr. Director: Un largo párrafo para resumir qué es la conciencia -el sagrario íntimo del hombre-, por qué debe seguirse -la voz de Dios resuena en ella-, por qué es el criterio inmediato de moralidad -refleja la ley natural que viene de Dios- y la necesidad de formarse -poniendo los medios para no ignorar las propias obligaciones-, evitando el subjetivismo frente a las normas objetivas de moralidad. Y en esto todos somos iguales como manifestación de la dignidad humana. Precisamente lo expone el Concilio Vaticano II, cuando trata del necesario respeto a la libertad religiosa para que cada uno actúe según la recta conciencia. Enseña, por una parte que todos los hombres deben buscar y practicar la verdad, sobre todo, respecto a Dios y la Iglesia. Y por otra, reconoce que "la verdad no se impone más que por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas" (DH,1). Se puede decir entonces que la respuesta personal pasa por una continua formación de la conciencia para actuar con rectitud delante de Dios, que en definitiva es lo que importa- Así, como para actuar con ejemplaridad ante una sociedad que se aleja de Dios en los grandes capítulos de la vida, como son la fe, el sentido del matrimonio, la misericordia, y la fe en la vida eterna. Jaume Catalán