Sr. Director:

Con motivo de la Navidad, el Papa Francisco, en audiencia general el pasado año, por qué hay que ir a Misa los domingos. El Papa explicaba por qué hay que ir a Misa los domingos, reconociendo que muchos se preguntan el motivo. Además, estas Navidades, las de 2017, presentan la circunstancia de que hay varias fiestas en lunes o sábado, y son solemnidades de precepto: el lunes 25 de diciembre (Navidad), el lunes 1 de enero (Maternidad de María) y el sábado 6 de enero (Epifanía). Para un católico no debe ser una acumulación que determine posibles viajes o planes de descanso familiar, sino una alegría profunda.

La palabra que más escuchamos para justificar la no asistencia a la Misa dominical es que “no siento” nada, y puedo “sentir” la necesidad de ir otro día de la semana, “no sé por qué he de ir el domingo”.

Pronuncian la palabra mágica de nuestra cultura, que es “sentir”, una entronización de los sentimientos como criterio máximo de actuación. Apelar a los sentimientos es muy peligroso, porque son tornadizos, es una dimensión que está a caballo entre la razón y el corazón.

Argumentos de razón los hay, y también de corazón, pero sobre todo me parece que la clave es la fe, que lleva a aceptar los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, a pesar de que suponga ir contracorriente en una sociedad descristianizada y con la humildad de vivir los preceptos, aunque algunos cueste entenderlos o vivirlos.