Sr. Director: La burbuja secesionista se desinfla a media que se acercan las elecciones autonómicas del próximo 27 de septiembre. Elecciones que los independentistas quieren convertir en un plebiscito, pero que serán simplemente unos comicios para elegir los representantes al Parlament. Y es que un número considerable de catalanes que apostaban por la secesión han cambiado de opinión en los últimos meses. Eso es lo que confirma el Barómetro del CEO, el CIS catalán: el no a la independencia gana por un 50% frente al 42,9 % que obtiene el sí. Siete puntos de diferencia. En 2014 el no y el sí estaban prácticamente empatados. La brecha se ha ido abriendo. A los catalanes, el gobierno nacionalista les ha venido contando que la independencia no tendría coste alguno, si acaso algún impacto a corto plazo. Pero muchos se han dado cuenta de que la realidad es otra. Y es que a pesar de los esfuerzos, económicos y humanos, que se están haciendo por dar a conocer una posible Cataluña independiente, ni la comunidad internacional ni la Unión Europea están esperando con los brazos abiertos a una Cataluña independiente. Ahora quieren salvar la situación con una lista unitaria, pero ¿se imaginan a un empresario catalán de Convergencia votando CUP? Pedro García