Sr. Director:

A finales de septiembre la prensa alemana hablaba del “principio del fin” de Angela Merkel. Tras meses de conflictos con la CSU, el partido hermano de Baviera, los conflictos salpican de lleno a la propia Unión Democristiana. Los diputados de la CDU han propinado un revés a la canciller al rechazar al hasta ahora jefe de la fracción parlamentaria en Bundestag, para elegir a un diputado de la línea crítica.

La política de acogida a refugiados le pasa fractura a Merkel. Nada sorprendente, después de que representantes de los tres partidos alemanes de izquierda con representación parlamentaria hayan creado una plataforma reacia a la inmigración para recuperar antiguos votantes que se han pasado a la abstención o al populismo de extrema derecha. Diez años después del estallido de la crisis financiera y económica, los migrantes se han convertido definitivamente en el chivo expiatorio ante la frustración de las clases medias y bajas por la pérdida de nivel adquisitivo.