Sr. Director:

Hasta mediados del S.XIX los apologetas católicos dejaron la defensa de Cristianismo, ante los a ataques de los ateos y liberales racionalistas, en manos de los protestantes y de los anglicanos. La gran preocupación de los pocos e irrelevantes apologistas católicos era  demostrar y reivindicar la autoridad de la Iglesia Católica Romana como depositaria y dispensadora de los misterios cristianos.

La apologética católica empieza a mostrar relevancia, primero con  Nicholas Wiseman  (1802-1865), un erudito profesor de lenguas orientales, que llegó a ser Cardenal Arzobispo de Westminster y precursor de Newman, quien sería el más  formidable apologeta inglés de su tiempo y uno de los más grandes de la Historia de la Iglesia Católica junto con Pascal y San Agustín.

La preocupación por el conocimiento y defensa del Cristianismo fue temprana en Newman. En su infancia fue educado por su madre en una forma de Cristianismo anglicano  con marcada influencia calvinista. Durante su época de estudiante en Oxford estuvo influenciado por el movimiento conocido como Iglesia General, una visión no partidista del Cristianismo sin más matizaciones confesionales. Durante su posterior pertenencia al conocido movimiento de Oxford, se sumó a la conocida como “Iglesia Alta”. De esta época son los   sermones universitarios ofrecidos entre los años 1826-1843, que aun siendo anglicano, ya apunta a sus grandes ideas apologéticas más maduras. Convertido al Catolicismo 1845, publica una gran obra, “Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana”  en la que trata de un tema básico: demostrar que la Iglesia Católica es la auténtica sucesora de la Iglesia de los primeros siglos”. Después publicaría dos  apologías estrictamente personales: la famosa Apología pro vita sua   y la apología novelada Perder y Ganar, sobre  su conversión.

La última gran obra apologética fue: Ensayo para contribuir a una gramática del asentimiento. En ella  trata algunas cuestiones tan importantes como: la investigación apologética tiene un carácter subjetivo: no se basa en un mero proceso mental abstracto, sino que intervienen un conjunto de factores subjetivos (gustos, preferencias, actitudes. La apologética se basa  en un proceso que debe seguirse hasta el final, hasta llegar a la plenitud de la verdad, en forma de alternativa o se afirma a  Dios o no se le niega, no hay estado intermedio. Para Newman el ateísmo es intelectual y moralmente imposible. Resulta siempre completamente inaceptable por el testimonio de la propia conciencia, que considera una función específica  e irreductiblemente característica de la mente humana.