Sr. Director: Por supuesto, y nada de entrar en una iglesia. Es demasiado inculpador entrar en un templo -no por turismo- y vérselas a solas con la Presencia. Por eso es mejor no ir a misa. Por eso ni se plantean muchos la posibilidad de consultar al sacerdote. No tiene prestigio, no tiene autoridad, no queremos pensar bien en él, por si acaso. En definitiva, hay que huir de la culpabilidad, como sea. Y si hace falta se discute con altivez con quien me pueda hablar de la Iglesia de Jesucristo y su Verdad y sus sacramentos, porque no me cuadra. No encaja con mi falta de arrepentimiento. En todo caso hablaremos con los que solo conocen el concepto de error o equivocación. Con esos es más fácil discutir: tú piensas así, yo de esta forma. Dice Ratzinger (en su libro Jesús de Nazaret): "La desavenencia con Dios es el punto de partida de todos los envenenamientos del hombre; su superación constituye el presupuesto fundamental de la paz en el mundo. Sólo el hombre reconciliado con Dios puede ser reconciliado y en armonía incluso consigo mismo y sólo el hombre reconciliado con Dios y consigo mismo puede llevar la paz en torno a sí mismo y en todo el mundo". Nos quejaremos de las guerras que hay por el mundo, pero no llevamos paz si no estamos dispuestos a volver, si al final lo que queda es miedo a hablar claramente del pecado. Suso do Madrid