Sr. Director:

Uno y uno: dos. Desde los palotes y el catón, sin llegar al ábaco, y con los dedos de la mano los más pequeños en edad y frágiles de intelecto saben contar. El “mando único” de nuestro, sin par, gobierno con todos sus expertos y las ventajas de la tecnología, no. Ahora me pregunto yo ¿cómo se cuentan los votos de todas las mesas en noche electoral nacional? ¿Cómo los muertos? Así vamos como vamos : derechitos al desastre por méritos propios.

No hace falta ser Euler o Einstein para contar de la siguiente manera : si en la media de los últimos años (cinco o diez, a elegir) en España mueren mensualmente de Enero a Diciembre tantas personas y de ellas son unas pocas por accidentes, homicidios, suicidios etc….., y ahora están muriendo más, con menor o sin ninguna actividad, parece claro que la resta de ambas es debido a algo que antes no existía, llamado coronavirus. De eso que morirían sólo “dos o tres” en palabras del experto.

Si en una noche electoral, que decide la representación  popular, se consigue aunar en tres –cuatro horas todo el recuento de papeletas ¿es tan difícil vía  informática recibir en un ordenador central desde todos los juzgados, que son menos que las mesas electorales, las partidas de defunción?. Parece que no. Por tanto si no se hace, o no se dispone hacer de esta manera, es porque también además de cocinar a los vivos quieren jugetear con los muertos. No han aprendido lo que les supuso la momia de Franco. Y en este aquelarre de cocina y juego, el muerto que no se quiere ¿de quién es?¿a quien se le imputa? Desde luego si es de camposanto será del municipio correspondiente y si es de cenizas con humo echado al cielo será como Zapatero dijo de las nubes, por tanto, como el dinero público de la Calvo, de nadie.

Pero al igual que no hay dinero de nadie, pues detrás del mismo siempre hay quien presta y quien paga, aunque ya estemos advertidos por  mandato “dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”;  que Franklin, Adams y Jefferson hayan mezclado valor y esperanza en “in God we trust”, lo mas terrible del sempiterno dinero/dólar es su inscripción “E Pluribis Unum” (de muchos o varios, uno).

Así al llegar ese humo a las puertas que custodia ese otro Simón, el edificador de iglesias, no el conspirador para indignas mentiras, un Dios preguntará ¿quién mató a este mayor? y el ángel del Apocalipsis señalará ¡aquel gobierno, Señor!

Así se levantaran todos estos muertos, hoy de nadie, con la fuerza de un cíclope y caerán sobre las cabezas de todos aquellos que, además de matarles por omisión de auxilio, ahora ni los reconocen ni los cuentan, haciéndolos desaparecer en hornos industriales y disipando su cuerpo en las nubes. No saben que el humo y las nubes acercan a Dios y mistifican al hombre. Y de lo místico surge siempre una gran fortaleza que es imposible de parar. Habrá ¿venganza como en el romántico Tenorio de Zorrilla? ó ¿ Justicia como en el  clásico Frondoso de Lope de Vega?

Será la venganza o será la Justicia, pero estos muertos volatilizados de hecho y de derecho, contarán de dos maneras: primero como números y luego como un    poderoso lastre que caerá sobre las cabezas de sus verdugos, pues ¡son sólo suyos!