Sr. Director:

Con motivo del hallazgo de una carta original de Galileo Galilei por el alumno de doctorando italiano Salvatore Ricciardo se han vuelto a poner en circulación los mitos de su tortura y su muerte en la hoguera por la Inquisición. La pregunta ante tanta insidia y mentira solo tiene como finalidad no defender a Galileo, sino atacar a la Iglesia católica, presentándola como enemiga de la ciencia y del progreso. Por eso es más necesario que nunca aclarar una vez más en qué consistió el llamado Caso Galileo. Es cierto que Galileo fue citado por la Inquisición romana y acusado de enseñar teorías físicas y entonces casi heréticas: la Tierra se movía alrededor del Sol, contra la teoría entonces vigente, que sostenía lo contrario. Pero realmente, por mucho que la leyenda negra sobre Galileo haya vuelto aparecer como una noticia falsa, es un infundio y una mentira sostener que Galileo fuese encarcelado y torturado. Resulta hilarante sino fuera trágico y desolador el pensar, como demuestran serios estudios estadísticos que más de un 30% de estudiantes de ciencias de UE afirman que Galileo fue quemado vivo por la Inquisición. No es de extrañar que en algunos medios de comunicación se acepten estos infundios y se publiquen con total desfachatez.

Después del proceso celebrado en 1633, fue ciertamente condenado a prisión, lo que le fue conmutado inmediatamente, por un confinamiento domiciliario, primero en Villa Medici de Roma, después en el palacio de su amigo el Obispo de Siena. Galileo vivió en su domicilio hasta su muerte a los 78 años, edad muy avanzada para su época y teniendo en cuenta que padeció serias dolencias. Se había trasladado a vivir a Arcetri, deseaba estar cerca del Convento de San Mateo de Arcetri donde estaban sus dos hijas monjas. Después del proceso, en los años siguientes, continuó trabajando en una de sus obras más importante que publicó en 1638 con el título Discursos y demostraciones en torno a dos nuevas ciencias. Su vista empeoró y quedó completamente ciego. Se puede afirmar con total verdad: ni la tortura ni la hoguera existieron; tampoco fue condenado a muerte, sino a prisión que inmediatamente debido a su excelente disposición fue conmutada; nunca ingresó en la cárcel. No se puede probar con ninguna clase de documento en el que conste que Galileo después del interrogatorio, fuera torturado. Todo lo contrario, se le dejó marchar. El mejor testimonio de sus peripecias después del proceso son las confesiones del propio Galileo así escribe: Desde que fui llamado a Roma hasta el presente he estado gracias  a Dios mejor de salud que hace muchos años (…) Una vez que mi causa fue finalizada fui condenado al cárcel al arbitrio de Su Santidad y la cárcel fue el palacio y jardín del Gran Duque de Trinitá di Monti, durante algunos días, pero después fue permutada por la casa de Monseñor, el Arzobispo de Siena donde estuve 5 meses, tratado como padre por  Su Señoría Ilustrísima