Sr. Director:

Próximos a cumplirse los siete años de la elección del cardenal argentino Bergoglio, como sucesor del Benedicto XVI, quien renunció al primado de San Pedro por las causas que dejó escritas con toda claridad y humildad y que, sin embargo, sus críticos y enemigos de dentro y de fuera de la Iglesia católica no solo no admiten, sino que las rechazan como no verdaderas,  para más y mejor denigrar a la Iglesia católica y la Institución de la Cátedra de Pedro (el Papado) contra el que nada han podido no las más cruentas persecuciones y las descalificaciones más insidiosas, son muchos los analistas vaticanistas que emiten las opiniones más variopintas y sin más fundamento que la militancia política e ideológica-política, y sus filias o sus fobias. Así, presentan una Iglesia antes del pontificado del Papa Francisco sumida en una crisis total: sin credibilidad, desprestigiada y en el Vaticano una cueva de intrigas según los esquemas novelescos del más fantasioso Dan Brown que en algunos ambientes anticatólicos aún goza de más autoridad que las mismas encíclicas de los Papa: San Juan Pablo II y Benedicto XVI. Sus obras como el Código da Vinci continúan siendo el vademécum para atacar y denigrar la Iglesia católica. No faltan presuntos expertos que se proclaman vaticanistas que dan más importancia a los evangelios apócrifos que a los canónicos, admitiendo las fantasías de los primeros y negando las historias reveladas de los segundos. Para los aduladores del Papa Francisco, la Iglesia tanto del San Juan Pablo II como la del Benedicto XVI estaba dominada por la corrupción moral / escándalos sexuales, abusos económicos y por la intriga.

Estas acusaciones generalizadas sobre la Iglesia católica son mentiras muy injustas. Nadie afirma que en la Iglesia compuesta fieles justos y pecadores todo sea santidad, pero siempre ha habido muchas más personas buenas que malas, sanas que corruptas, no al revés como afirman los críticos a los que sólo interesa los escándalos de unos pocos para descalificar a todos. Presentar al Papa Francisco como el gran Reformador, para atacar el Papa Benedicto como un pusilánime temerosos Pontífice es un fruto de la animosidad y de la ignorancia. Del Papa Benedicto y de su breve pero eficaz pontificados y de sus maravillosos documentos y magnificas encíclicas nadie habla y todos los medios se hacían eco de los escándalos sexuales de algunos clérigos, muchos menos de los que cierta prensa contabilizaba. Ninguna institución mundial hace tanto como la Iglesia Católica por reconocer los pecados de sus files y pedir perdón por ellos siempre y cada día.

Hasta la propia ONU ha intentado la descalificación global de la Iglesia católica. No es de extrañar que el director de un diario español Religión Digital, con absoluta imprudencia descalificase a la Iglesia católica, a cuyo clero había permanecido como una institución: “triste, desilusionada, enrocada en sí misma, desprestigiada y en pérdida constante de credibilidad social”. Afirmación que acusa mucho y además es profunda mente injusta. Frente a esta visión catastrofista hasta ridícula por simplista no faltan quienes presentan una Iglesia católica idílica, que no se corresponde con la realidad. Nadie en su sano juicio puede negar el impulso de que el Papa Francisco está dando a la Iglesia católica y su intensa y extensa actividad como se puede comprobar por la lectura de sus grandes documentos  coma la encíclica Laudato Si, Amoris Laetitia, o Evangelii Gaudium, que dan un imagen clara de cómo quiere orientar su Pontificado, pero que nunca ha cuestionado ningún de las verdades de dogma y moral que han defendido todos su predecesores especialmente Benedicto XVI, por quien el Papa Francisco siente un cariño y un respeto extraordinario como por Pablo VI y San Juan Pablo II. Enfrentar al Papa Francisco con el Papa Benedicto es un burdo juego oportunista. El Papa Francisco ha hecho suya la causa de los pobres y olvidados por eso sus viajes como la de todos los Papas anteriores son casi siempre difíciles y arriesgados. Si algunos atacan al Papa Francisco para defender al papa Benedicto, otros atacan a éste para defender al aquel. No faltado algún escritor argentino que ha acusado al Papa Francisco de llevar el peronismo al Vaticano, lo cual refleja la ignorancia y el sectarismo de su autor. La última hazaña del Papa Francisco que ha despertado ciertas suspicacias es haber abierto la majestuosidad de la basílica de San Pedro y acoger en ella emigrantes y refugiados que deben recibidos, y respetados en todos sus derechos. Pero la campaña mundial contra la Iglesia católica, como está sucediendo en Chile, se desata aireando escándalos sexuales, con la finalidad diabólica atacar y despreciar a la Iglesia en todo el mundo. Algo que sucedió en Chile cuando el Papa San Juan Pablo II beatificó a la Santa Teresa de la Andes.