Sr. Director:

Después de casi tres meses cerrada, la Plaza de San Pedro, en la Festividad de la Santísima Trinidad, ha sido abierta a los fieles, que han acudido a la cita dominical del rezo del Ángelus. El Papa se mostraba como siempre cariñoso y risueño con los pocos fieles que acudieron. Antes el Papa desde la ventana del palacio apostólico glosó de forma sencilla el evangelio de la Gran Festividad Trinitaria, centrada en el Evangelio de San Juan “Dios envió a su Hijo Amado al mundo non para condenar al mundo sino para salvarlo”.

El Papa después hizo algunas consideraciones sobre la pandemia que aterroriza el mundo entero. Admitió que en Europa la fase más aguada del Covid-19 había pasado, pero que se debía abandonar todo triunfalismo infundado y peligroso; acatar con total disposición todos los protocolos sanitarios programados por las autoridades. Mientras la situación en Europa era positiva, pero con precauciones, el Papa hizo alusión a aquellos países que aún sufren por contagios del virus; llegó a incluso a afirmar, sin nombrarlo, que en algún país ha muerto una persona por minuto. El Papa se despidió de los fieles como es habitual en estos encuentros dominicales, deseándoles una buena comida, sin dejar de suplicarles el rezo por él. Los fieles despidieron a Francisco con vítores y aplausos.