Sr. Director: Me da igual la corrección política cuando están en juego la vida y la libertad de mis hijos. Por supuesto que tenemos derecho a exigir a quienes acogemos entre nosotros que respeten nuestras leyes y creencias. Más aún si en sus países de origen les han enseñado a odiar o menospreciar los principios occidentales. No seamos xenófobos, pero tampoco ingenuos. A. V.