Sr. Director: En estos momentos de dificultades en la comprensión de los otros es en la familia donde se aprende a perdonar y donde se aprende a amar sin esperar nada a cambio. En la familia cada persona es querida al margen de qué haya hecho o dejado de hacer para merecerlo, lo que la convierte en un marco inigualable para experimentar el amor sin medida de Dios hacia cada persona. Recuerdo que ante la epidemia de rupturas familiares y situaciones dolorosas por la ausencia de familia, la Iglesia no puede limitarse a proclamar que la propuesta cristiana es factible. De modo especial en este Año de la Misericordia, y en continuidad con el Sínodo, el Papa está pidiendo un esfuerzo para acercarse a quienes han experimentado dolorosos fracasos en su vida para hacerles sentir que no están solos y que la Iglesia les acoge con los brazos abiertos. Juan García