Sr. Director: En no pocos lugares ha desaparecido esa generación primera de sacerdotes que se dedicaban a impartir clase de religión, sobre todo en los niveles superiores de la enseñanza. Convendría no olvidar que los primeros responsables de la promoción de la asignatura son sus docentes. Y que, según dijo el Papa Benedicto XVI en 2009, "tienen la misión de ensanchar la racionalidad y volver a abrirla a las grandes cuestiones de la verdad y del bien". El Papa Ratzinger, por cierto, en ese discurso a los profesores de religión italianos, pronunció unas preciosas palabras que conviene no olvidar: "Gracias a la enseñanza de la religión católica -dijo-, la escuela y la sociedad se enriquecen con verdaderos laboratorios de cultura y humanidad, en los cuales descifrando la aportación significativa del cristianismo, se capacita a la persona para descubrir el bien y para crecer en responsabilidad; para buscar el intercambio, afinando el sentido crítico, y para recurrir a los dones del pasado de manera que se pueda comprender mejor el presente y proyectarse conscientemente hacia el futuro". Es el momento, por tanto, de agradecer a los profesores de religión su trabajo y alentar su compromiso, más ahora que la CEE ha lanzado la campaña animando a la asistencia a las clases de religión. Y esto se echa en falta. Xus M.