Queridos Amigos de la Misión. Con el corazón roto de la pena, os envío esta carta, para ser voz de tantos cuya voz nadie escucha. Os ruego por amor de Dios que nos ayudéis cuanto podáis y oréis insistentemente al Buen Dios por todos los misioneros. Os pido que, por favor, renviéis a quien creáis que le puede hacer bien leerla y a quien creáis que nos puede ayudar del modo que sea. Un abrazo fraterno a todos. Padre Christopher