Sr. Director: Dadas las circunstancias en la situación catalana vuelve a haber gente que habla de que no se negoció y de que se negocie. La negociación puede ser una solución pero debe de quedar claro que en modo alguno sería admisible un trato de semejanza entre dos estados, dos potencias o dos naciones, con iguales derechos y deberes y de iguales características. En el hipotético supuesto de una negociación o de una mediación, el Gobierno de España nunca debería caer en una trampa tan burda. Si se negociara, habría que hacerlo cada uno en su sitio y nunca esos sitios, ni la altura de esos sitios, podría ser la misma. A la vista del cariz que están tomando los acontecimientos no estaría de más que esto quede claro y que nadie intente trampas que, por otra parte, son demasiado toscas. O sea, si hay que negociar cosa -en la actual situación de ilegalidad- imposible, habría que hacerlo con una silla más alta que otra y con un asiento más ancho que el otro. ¿No les parece? José Morales