Para los musulmanes, el Ramadán es un tiempo sagrado. Es un tiempo de especial relación con la familia y los amigos. Un tiempo en el que los extraños y desconocidos son bienvenidos a la mesa. Un mes dedicado al ayuno, a la oración y a la limosna. Una oportunidad para dar la bienvenida a personas de todas las creencias y compartir el Iftar al final del día, demostrando así la hospitalidad y generosidad del anfitrión.

El señor Alí Evsen, empresario musulmán de origen turco, está empeñado en ayudar a dar forma al documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común, firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, el pasado 4 de febrero en los Emiratos Árabes Unidos. Con actos como el Iftar quiere hacer de la sociedad española una sociedad ejemplar en la cultura del encuentro, del diálogo como medio de cooperación y como método para aumentar la comprensión mutua y trabajar juntos por la fraternidad humana y la convivencia común.

Madrid es la sede de su Fundación para el diálogo entre las religiones, que tiene como fin el conocimiento mutuo y el trato personal que permite derribar los muros levantados por el miedo, la incomprensión  y la ignorancia. El anfitrión de este peculiar Iftar tiene muy claro que su trabajo en pos de una imagen adecuada del Islam no solo tiene repercusiones en el mundo islámico sino en las sociedades secularizadas. Impresionaba el momento de la invitación a la oración, una oración que en el corazón de los presentes en la cena del Iftar tenía el nombre de paz.

 

 

Suso do Madrid