Sr. Director: Uno de los aspectos más llamativos de la fiebre consumista es el despilfarro alimentario. Según la FAO, cada año se arrojan a la basura en todo el mundo 1.300 millones de toneladas de alimentos, mientras millones de personas padecen hambre. Sin duda es necesaria una mejor distribución de los alimentos a nivel global, pero también se trata de tomar conciencia de lo que supone para el equilibrio ecológico una superexplotación de los recursos naturales cuyo final es el cubo de la basura. Resistir los atractivos publicitarios que incitan a comprar lo que no es necesario es uno de los problemas más acentuados en los países desarrollados, de los que parece haber desaparecido el valor de la sencillez en la propia vida. Quizás porque se ha extraviado su sentido y buscamos nuevos ídolos para satisfacer una sed que sólo puede saciar el Infinito. Domingo Martínez