Sr. Director: En la audiencia general del pasado día 15, el Papa dijo que la diferencia entre hombre y mujer no es por contraposición, o subordinación, sino para la comunión y la generación, "siempre a imagen y semejanza de Dios". "La cultura moderna y contemporánea -prosiguió el Papa- ha abierto nuevos espacios, nuevas libertades y nuevas profundidades para el enriquecimiento de la comprensión de esta diferencia. Pero también ha introducido muchas dudas y mucho escepticismo. Por ejemplo, me pregunto si la llamada (ideología) teoría de género no es también expresión de una frustración y de una resignación, que pretende cancelar la diferencia sexual porque no sabe cómo lidiar con ella." Sí, corremos el riesgo de dar un paso hacia atrás. Tengo la sensación de que ya lo hemos dado. Remover la diferencia, de hecho, es el problema, no la solución. Para resolver sus problemas de relación, el hombre y la mujer deben, por el contrario, hablarse más, escucharse más, conocerse más, amarse más. Deben tratarse con respeto y cooperar con amistad. Con estas bases humanas, sostenidas por la gracia de Dios, es posible planear la unión matrimonial y familiar para toda la vida. El vínculo matrimonial y familiar es una cosa seria, y lo es para todos, no solo para los creyentes. "Quisiera exhortar a los intelectuales, continuaba el Papa, a no abandonar este tema, como si se hubiera convertido en algo secundario para el empeño a favor de una sociedad más libre y más justa". Pedro J. Piqueras Ibáñez