Sr. Director:

Estimados señores diputados, escribirles esta carta puede ser una ingenuidad por mi parte y una pérdida de tiempo; también porque no tengo ningún ascendiente especial sobre ninguno de ustedes. Soy Presidente del CETAF en Girona, muy relacionado con la vida, tanto animal como vegetal. Sin embargo, porque quiero creer en la nobleza y rectitud de conciencia de muchos hombres de bien -de los que no hay que excluir a nadie, mientras no se demuestre lo contrario- me animo a hacerlo.

La dedicación a las política y el encargo que ustedes desempeñan es de una gran responsabilidad, porque de cómo lo lleven a cabo dependerá hacer un gran bien, contribuyendo al bien común de la sociedad, o -Dios no lo quiera- un gran mal si no lo desempeñan con criterios adecuados.

La vida -queramos o no-, en último término la hemos recibido de Dios, a través de nuestros padres. Somos administradores, no dueños absolutos. Por eso no tenemos derecho a disponer de ella a nuestro antojo. No existe, no puede existir, el derecho a provocar la muerte propia o ajena. Lo que sí existe es el deber de respetar y cuidar toda vida humana, que no pierde su valor esencial por la enfermedad o la ancianidad. La existencia del hombre y la mujer se engrandece cuando sabemos vivir y morir con la dignidad inviolable de toda persona humana. Por el contrario se envilece si no sabemos o no queremos vivir y morir de acuerdo con esa dignidad. Además, al menos los cristianos reconocemos el valor sobrenatural del dolor y la enfermedad, unidos a la muerte de Jesucristo en la Cruz, que aceptó libremente para redimirnos y manifestarnos su amor incondicional.

¡No aprueben la mal llamada eutanasia, mal llamada porque provocar la muerte nunca será una "buena muerte" -que eso significa eutanasia-, sino todo lo contrario!. Mitigar el dolor, sí, sin caer en el ensañamiento terapéutico. Matar o pedir ser matado, no, nunca.

¿Han pensado seriamente el cargo de conciencia que les acompañará durante toda su vida si dan su voto a esa ley? ¿Quieren pasar a la historia como cooperadores necesario de la legalización del suicidio asistido y permitir, en la práctica, que algunos médicos, prostituyendo su profesión que es para curar o al menos aliviar, induzcan a recibirla a pacientes que aún podrían vivir años?¿Son conscientes de la esquizofrenia que supone, en plena pandemia con miles de muertos, facilitar la muerte artificial de muchos más? ¿No les parece evidente que esa ley, de aprobarse, llevará inevitablemente a que algunos médicos irresponsables dejen de atender adecuadamente a enfermos de Covid?