Sr. Director: Al margen de valoraciones políticas, la desgraciada muerte de Rita Barberá, sobre la que pendía una acusación de corrupción y cuya inocencia que tanto proclamaba quedará ahora en entredicho, suscita alguna reflexión... Cuando sobre un personaje emblemático del PP -como sin duda lo ha sido quien fuera alcaldesa durante 24 años de Valencia-, recae la investigación de un posible delito, su propio partido le suele abandonar en cuanto puede, así como la mayoría de sus compañeros. Por el contrario, cuando esto mismo sucede con alguien de similar o inferior relevancia en la izquierda, ésta lo acoge, disculpa y apoya. Y si acaso resultara judicialmente condenado, incluso le acompaña a las puertas de la cárcel, o se presenta ante el mismísimo obispo de Roma para reclamar su indulto. Asimismo, cuando algunos que van de intelectuales universitarios, carecen de la inteligencia necesaria como para distinguir el sentido de las cosas en lo que son y significan, es fácil que tiendan a confundirlo todo con una interpretación política, incurriendo en actitudes tan groseramente sectarias como la protagonizada por Pablo Iglesias en el Congreso de los Diputados, proponiendo a su grupo no guardar el ritual minuto de silencio. Ese mismo grupo que no se corta un pelo de la coleta para solidarizarse y homenajear a probados delincuentes; comenzando por sus propias Ritas. Miguel Ángel Loma