Sr. Director:

Hace años, se puso en marcha una interesantísima iniciativa promovida por decenas de entidades con actividad en Cataluña: “Pacto por la vida y la dignidad”. Tuvo lugar en el Centro Cívico de Les Cotxeres de Sants, de Barcelona. En este pacto se recogen 24 medidas que tratan temas como la familia, la dignidad de la mujer, el respeto a la vida humana, la educación de los jóvenes, las condiciones para que la vida pueda ser vivida con dignidad y plenitud, la atención a los enfermos terminales etc.

El texto del Pacto es un conjunto de propuestas basadas en una concepción antropológica de la persona, nace de una conciencia cristiana pero las concreciones que se proponen pueden ser compartidas por todo el mundo, simplemente desde el sentido común. Es una propuesta a la sociedad y a las instituciones de gobierno para que aborden con efectividad un primer conjunto de medidas concretas que garanticen la vida y la dignidad con la que debe ser vivida.

Algo que es evidente en esta iniciativa de diversos colectivos es la de que todo el mundo tiene derecho a la vida con independencia de sus capacidades. No hay vidas de “primera” y “segunda” clase. Nadie tiene derecho a decidir sobre la vida de otro ser. Todos los seres humanos, desde el momento de la concepción hasta su muerte, tienen derecho a ver garantizado que su vida, su integridad física y sus necesidades básicas sean atendidas.

Si se tiene clara la idea de la dignidad de cualquier ser humano, igualmente se considerará que pueda llegar a tener una muerte digna y natural que está entre dos extremos: el llamado encarnizamiento terapéutico, el uso de terapias desproporcionadas y, por el otro lado, la práctica de la eutanasia. Lo que verdaderamente hace mucha falta es desarrollar las unidades de cuidados paliativos para que llegue a toda la población.

La Organización Mundial de la Salud define los cuidados paliativos como un "enfoque que mejora la calidad de vida de pacientes y familias que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades amenazantes para la vida, a través de la prevención y el alivio del sufrimiento, por medio de la identificación temprana e impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicosociales y espirituales.”

El Dr. Álvaro Gándara, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, distingue claramente entre sedación y eutanasia. Se debe sedar a una persona para aliviarla con fármacos y en dosis ajustadas al propio paciente aunque de ello pueda derivarse un acortamiento de la vida. Al practicar la eutanasia se proporciona una dosis letal con la intención de eliminar directamente su vida. Opina que nunca se debe legislar con arreglo a casos límite, con mensajes concebidos desde sentimientos y no desde la razón, y hay que descartar tópicos, malentendidos y confusiones. Dice llevar 18 años en Cuidados Paliativos y sólo recibió dos peticiones de eutanasia. Algo hemos hecho mal cuando el enfermo pide la eutanasia, algo ha fallado en el entorno familiar y profesional, esa es su opinión clara en esta trayectoria de años dedicado a cuidados paliativos. ¿Quién no está a favor de morir con dignidad? Sin síntomas, lúcido, rodeado de su familia y, si es posible, en casa.

Es opinión generalizada entre profesionales de la medicina que hace falta un Plan Nacional de Cuidados Paliativos en España. Según la doctora Gádor Joya: “Los cuidados paliativos necesitan recursos, criterios científicos comunes para toda España y convicción política de que el fin de todo es la calidad de vida del paciente en todas las fases de su enfermedad.” Y, por supuesto, no retirar los soportes vitales, no extraordinarios, como son la hidratación y la nutrición. Hace años fue conocido el caso sucedido en Andalucía, de una persona mayor residente en Huelva, a la que se ordenó retirar la sonda nasogástrica, por la que recibía alimentación, invocando la ley de muerte digna. Según la doctora Gádor Joya, la población debe saber que “cualquier enfermo que entre inconsciente en urgencias de un hospital puede enfrentarse a que un tercero decida si su vida merece la pena ser vivida.”

Es importante lo que tuvo lugar el día 25 de enero de 2012 por parte de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa que aprobó una resolución destinada a reforzar la protección de los pacientes terminales: ”La eutanasia, entendida como el acto intencionado de matar por acción u omisión a un ser humano por su supuesto beneficio, siempre ha de ser prohibida.” La norma recuerda que la interpretación de las voluntades anticipadas no puede supeditarse a la opinión pública dominante. “En caso de duda, la decisión siempre ha de ser en favor de la vida y de la prolongación de la vida.” Aunque esta norma no lidia directamente con la eutanasia ni con el suicidio asistido, el Consejo de Europa quiere marcar distancia con estas prácticas de forma tajante.

A nivel privado, es de destacar la labor y el esfuerzo de la Fundación CUDECA en cuidados paliativos, en el ámbito de la provincia de Málaga. Desarrolla programas gratuitos, para pacientes y familiares, que se caracterizan por su flexibilidad y capacidad de adaptación a los problemas de cada paciente, con asesoramiento médico y cuidados paliativos a domicilio. Hace varios años, visité el centro de cuidados LAGUNA, en Madrid, un centro avanzado en cuidados paliativos, con enfermos ingresados y con otros atendidos a domicilio, y con formación para profesionales.

En distintos hospitales de la sanidad pública funcionan equipos multidisciplinares que son muy valorados por la población. Pero, qué duda cabe, hace falta un Plan Nacional de Cuidados Paliativos que impulse definitivamente el cuidado especializado de las personas en las fases finales de la vida.