Sr. Director: No sé si con los años la actual campaña de Hollywood parezca otra caza de brujas, como la anticomunista de los cincuenta, personificada en el senador Joseph McCarthy. Pero de momento es compatible con la "hipersexualización" de niñas, actrices muy jóvenes, heroínas de series al uso, vestidas y maquilladas como adultas en la promoción comercial de los productos. Frente a la justificación de los promotores de filmes y mercadotecnias, se yergue la reacción de una de las protagonistas: "No es agradable, cuando tienes trece años, ver a hombres desconocidos comentar sobre tu cuerpo, positiva o negativamente". Pero nunca falta un psicólogo que pontifica: "Todo depende de lo que la actriz decida por sí misma". Pero no todo vale en la cultura ni en la opinión pública, y menos aún en el derecho. No sé alemán, y no he podido leer la sentencia del Tribunal Constitucional de Karlsruhe. Pero la noticia difundida por la prensa causa perplejidad: habría instado al poder ejecutivo a permitir en el registro civil la inscripción de personas con un tercer género (ya sea como "intersexual" o "diverso"), además de "femenino" y "masculino". Como corresponde a la cultura dominante, la decisión no se basa en razones de carácter natural, sino en la obligación de proteger los derechos de la personalidad. El voluntarismo jurídico de la modernidad hace cada día más difícil la convivencia pacífica. Suso Domar