Sr. Director: 

Cuenta el relato bíblico de la creación del ser humano que vio Dios que no era bueno que el hombre estuviera solo. Esto lo entendemos bien, porque cuando alguien se siente solo, en una soledad no deseada, se siente infeliz.

Dios nos ha creado para ser felices y por este motivo nos ha hecho seres sociables. Pero es tan grande el enriquecimiento personal, tanto para el varón como para la mujer, de todo lo que conlleva compartir la vida con esa complementariedad de lo femenino y lo masculino, que, a continuación, nos dice el libro del Génesis que Dios sumió en un profundo letargo a Adán, de modo tal que, al despertarle de su sueño, encontrara ante él a Eva. Y, entonces, lleno de alegría, al contemplar a la mujer, exclamó: ¡ésta sí que es carne de mi carne y huesos de mis huesos!