Sr. Director: Parece obvio que el príncipe heredero de Arabia Saudita tiene una meta mucho más ambiciosa, como evitar una oposición a sus planes de reforma de la economía, en un momento de recesión debida al descenso de los ingresos en petrodólares, así como a los cambios ya iniciados de las costumbres sociales ligadas al integrismo religioso. Igualmente, hay que tener en cuenta la creciente ambición saudita de consolidar su hegemonía regional frente a Irán. Todavía es pronto para valorar las consecuencias de estos acontecimientos que han sorprendido tanto al mundo árabe como a la comunidad internacional, más atenta que nunca a cuanto ocurre en el convulso Oriente Medio. Pedro García