Sr. Director:
Los cristianos perseguidos en Siria e Irak no son los únicos, pero la persecución contra los cristianos es casi tan llamativa como el velo de silencio que en la comunidad internacional existe en torno a ello.

Cuando se cercena de esta manera un derecho fundamental como es la libertad religiosa, la sociedad debe mostrar su fibra moral en la denuncia sin paliativos, como hace de forma reiterada el Papa, y poner todos los medios legítimos a su alcance para acabar con esta lacra.

Ni como sociedad ni como individuos podemos permitirnos que esto siga así. Es hora de que cada uno, de acuerdo a nuestras posibilidades, nos preocupemos por aliviar los sufrimientos de los hermanos que están en la prueba.

No hacerlo y mirar para otro lado sería tan cobarde como indigno.

Domingo Martínez