Sr. Director:  

Convertida la eutanasia en un objetivo del Gobierno progresista, nos toca otra vez comulgar con una nueva rueda de molino. Parece que lo urgente es facilitar y procurar el suicidio ajeno, siempre que se realice con licencia para matar al modo en que lo bendiga la ley. Por supuesto que también se ampliará este matarile a quienes ni siquiera sean capaces de solicitar su muerte, siempre que lo hagan sus «queridos» familiares o un comité de expertos. Ya se sabe cómo funcionan estas cosas: primero los casitos excepcionales y ya después, los gastosos enfermos y pensionistas. Aunque quizás el peor papelón de esta tétrica película le corresponda a los médicos y demás profesionales de la Sanidad, que en vez de formarse para curar y dar vida, tendrán que especializarse en ser agentes de muerte. Como ya sucede con aquellos que aplican similar matarile a los seres humanos en formación. Y es que eutanasia y aborto se parecen demasiado peligrosamente; pues si se puede matar a los hijos, es lógico que se pueda matar a los abuelos. Se trata de una lógica letal; pero lógica. Como también se parecen en la lógica egoísta y económica que impulsa las causas de la aceptación de ambas «conquistas» progresistas.