Sr. Director:

En estos momentos, en China existen centros de detención que, al modo del Gulag soviético, sirven de campos de reeducación y adoctrinamiento, y en los que se practican los malos tratos y la esterilización forzosa. El Gobierno chino esgrime su derecho a perseguir cualquier forma de sedición, pero en realidad no se trata de otra cosa que de su modo de someter por la fuerza a quienes se niegan a ser asimilados en un patrón político dictatorial.

Las palabras del Papa no han gustado a China, del mismo modo que ciertos sectores de la todavía administración Trump han discutido lo que han entendido como silencios. Pero ni la libertad de Roma está en función de intereses políticos temporales, ni el Papa habla al dictado de nadie. Uigures, yazidíes y rohingyas son minorías perseguidas, como lo son los cristianos en muchos lugares del mundo, y China no puede cambiar con sus protestas la verdad de las cosas.