Sr. Director:

Entre las singulares imágenes que nos ofreció la noche del 2 de diciembre, nada más conocerse el vuelco producido en las Elecciones al Parlamento Andaluz, hubo cuatro para el recuerdo: el semblante demudado de Susana Díaz, el estallido de alegría de la gente de VOX, las apariciones de un alegre Marín y las de un exultante Moreno Bonilla. Pero mientras las tres primeras se correspondían con la lógica de sus respectivos votos, sin embargo, la cuarta, la del hombre que susurraba el voto a las vacas, no resultaba comprensible; pues los resultados que el PP cosechó significaban una pérdida de 300.000 votos y 7 diputados respecto a las últimas elecciones autonómicas. O la euforia de Juanma Moreno se debía a lo recomendado para estos casos por sus estudios de Protocolo, o es que ya se apuntaba por el morro y como un triunfo propio los votos de VOX. Suceda lo que suceda tras los pertinentes pactos postelectorales, Moreno Bonilla y el PP van listos si consideran que ese nuevo partido, al que tanto han venido menospreciando, llega para auparles a ellos. A ellos, que tanto utilizaron contra VOX el argumento de que era un voto inútil, y que acaban de demostrarnos todo lo contrario.