Sr. Director:
Soy usuario habitual del transporte público de Barcelona y de su área metropolitana.

Y me sorprende su política lingüística. Me explico: la mayoría de sus usuarios somos castellanohablantes y, sin embargo, nuestra lengua es tratada como si no existiera. Por ejemplo, he intentado conseguir en castellano la información y los folletos sobre los títulos de transporte para 2015, sus características, descuentos y los requisitos para familias numerosas.

Misión imposible porque toda la información está única y exclusivamente en catalán. ¿Tiene algún sentido que el transporte público desprecie la lengua que hablamos el 80% de sus usuarios habituales además de muchos de los viajeros y turistas que visitan Barcelona?

¿Tanto cuesta respetar la pluralidad lingüística y utilizar de forma equitativa las dos lenguas oficiales?

José Ginés