Sr. Director: Si no fuera porque lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible, así como por la enorme injusticia que supondría abandonar a la mayoría de nuestros compatriotas catalanes a padecer la dictadura del resto de sus paisanos, lo que nos pide el cuerpo a muchos ante la intentona separatista, sería concederles por fin una temporadita de desconexión con el resto de España. Comprobaríamos así la imponente nacioncita que construirían estas criaturas que se consideran tan diferentes sólo porque se miran el ombligo y se ven más guapos, más fuertes y más ricos. Diferentes porque pronuncian con otro acento un discurso sentimentaloide que solo es manifestación de egoísmo insolidario con los demás pueblos de España, pero que presentan envuelto bajo la épica de la independencia, que suena así como más guay. Comprobaríamos también que quizás tras esa temporadita de desconexión, nuestros diferentes comenzarían a padecer graves problemas muy comunes a sociedades descapitalizadas (el dinero es cobarde y huye de los experimentos con champán), que finalmente les conducirían a la frustración. Momento que tal vez aprovecharían los demagogos de siempre para cumplir sus soñados objetivos de proclamar su particular República Popular que, más que de Catalunya, sería de «Catalbanya», por lo mucho que recordaría a ese país que tan persistente se mantuvo en la desconexión histórica con su entorno, pero que nunca fue precisamente el anhelado paraíso en la tierra. Miguel Ángel Loma Pérez