Sr. Director:

En su carta apostólica ADMIRABLE SIGNO sobre el valor y sentido del Belén, el Papa Francisco  rememora la historia del primer belén,  unida a la figura de San Francisco de Asís, el gran ecologista mundial y auténtico, quien vio en todos los seres, hasta en el hermano y terrible  lobo,  criaturas de Nuestro Señor. La historia del primer belén del mundo, según  las Fuentes Franciscanas, citadas por el Papa, narra con detalle lo sucedido en Greccio. Quince días antes de la Navidad San Francisco de Asís llamó a un  hombre del lugar, llamado Juan, y le pidió que lo ayudara a cumplir su deseo por eso le dijo: “Deseo celebrar  la  memoria del Niño que nació en Belén y quiero contemplar de algún manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez de niño, cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno”.

Tan pronto como lo escuchó, Juan, hombre bueno y fiel, fue rápidamente y preparó en el lugar,  lo que el Santo le había indicado. El 25 de diciembre, llegaron a Greccio muchos frailes de distintos lugares, como también hombres y mujeres de las granjas de la comarca, trayendo flores y antorchas para iluminar  aquella noche santa. Cuando llegó Francisco de Asís encontró el pesebre con el heno, el buey y el asno. Las personas que llegaron mostraron frente a la escena de la Navidad una alegría indescriptible; como nunca antes, habían experimentado. Después el sacerdote, ante el Nacimiento, celebró solemnemente la Eucaristía, mostrando el vínculo entre la Encarnación del Hijo de Dios y la Eucaristía. En aquella ocasión, en el belén de Greccio,  no había figuras: el belén fue realizado y vivido por todos los presentes. Había nacido el primer Belén, y San Francisco de la forma más humilde había dado inicio a una gran obra de apostolado y evangelizadora. Era la Navidad de 1223. 796 años después el belén continúa siendo el signo admirable  más representativo de la Navidad Católica; se había iniciado la gran tradición del belén  que tanto  arte y piedad popular ha dejado en  todos los países del mundo durante ocho siglos.

Fidel García Martínez